¿POR QUÉ NO TE FUNCIONÓ LA TERAPIA ETOLÓGICA?

21.10.2020

A lo largo de estos años de trabajo en el área de la Medicina del Comportamiento o Etología Clínica, he podido percatarme de que muchos tutores indican que la terapia "no les funcionó" o "no les sirvió" e inician una peregrinación extensa (y a veces arriesgada) por varios (o no) profesionales. 

Es así como las razones de estos cambios son distintos y muy variados. Muchos piensan que será sencillo y no tendrán que esforzarse durante el proceso, otros se resistirán al cambio, y otros casos involucran que pacientes sean mal diagnosticados y con ello, el abordaje terapéutico sea erróneo o no adaptado a las necesidades.

Para algunos casos, incluso, acudir a terapia puede llegar a desarmar todo el sistema que ya se había forjado en torno al problema, y para el tutor puede ser un desafío demasiado grande por abarcar, y si no se completa el proceso incluso puede ser contraproducente (o sea, agravar los problemas que presenta el perro o gato por un manejo incompleto e inadecuado). 

Pese a que un gran porcentaje de pacientes mejoran, otros no consiguen alcanzar sus objetivos ya que los tutores abandonan o cambian de terapia repetidas ocasiones.

La terapia etológica y su efectividad

¿Qué motivos llevan a un tutor a no cumplir con el tratamiento que se le indica? ¿Qué causa que a veces el paciente sea interrumpido abruptamente en su terapia, ya que el tutor ha terminado su relación terapéutica con una sensación de no haber conseguido los objetivos? A continuación puedes verlo en detalle:

1. Falta de recursos del tutor

¿Es accesible para el paciente y su tutor la intervención? ¿Puede usarlas? Por ejemplo, puede que se le pidan muchos recursos humanos y económicos, ya que el Etólogo Clínico no está considerando la individualidad del caso. 

2. El tutor busca que su perro/gato mejore sin esfuerzo ni implicación

La terapia etológica implica un compromiso desde el inicio por parte del tutor del paciente para poder progresar. Ojalá todos pudieran asumir esto desde antes de tomar la primera consulta, para que los esfuerzos no sean en vano.

Los trastornos conductuales no son iguales que un problema físico que pueda solucionarse con una simple limpieza de herida o administración de medicamentos; es decir, requieren una implicación activa del tutor, quien se convierte en el co-terapeuta 24/7. Si éste no realiza las tareas, no aplica las estrategias que se trabajan en las sesiones o siempre espera hasta que su perro/gato esté "en las últimas" para recién acordarse de los controles, sesiones o expresar sus quejas, difícilmente mejorará.

Es importante que la persona responsable no sólo sea mayor de edad (y eso implica que una terapia no puede estar a cargo de un niño o adolescente), si no que esta persona pueda estar apta para comprender la responsabilidad que tendrá por delante, porque el Etológo Clínico no es el único que va a bordo de esa terapia. 

Por otro lado, si sólo un tutor de la casa va a llevar la terapia a cabo y el resto no pondrá nada de su parte, tampoco se podrán esperar grandes resultados. 

3. El tutor no acepta lo aconsejado

Puede que el tutor no acepte que el Etólogo Clínico aconseje/sugiera le diga ciertas cosas. Es posible que tampoco acepte que se ponga en duda sus creencias o principiossobre todo respecto a la inefectividad del castigo o cambiar de hábitos, haciéndole una invitación a mejorar. 

Si una persona está a la defensiva, difícilmente se podrá persuadir para que mejore y ayude a su perro o gato.

4. Falta de motivación por parte del tutor

Si el tutor no está motivado es difícil que la terapia sea efectiva. Por otro lado, la motivación puede perderse si el tratamiento exige grandes cambios en el estilo de vida o cuando el tratamiento tiene un efecto demorado, incluso cuando esto se avisa previamente, dado que la mayoría de los pacientes - lamentablemente - llega con una cronicidad del problema bastante extensa. 

El cambio nunca será inmediato, sobre todo si el problema del paciente lleva meses o años de evolución. Requiere, la mayoría de veces, cambios en planteamientos o hábitos muy arraigados, y, eso, significa tiempo y esfuerzo.

5. El paciente necesita otro especialista

Puede que la terapia y sus indicaciones no sea la ideal para el paciente. 

En otras palabras, no todas las terapias son iguales para todos los pacientes y por eso debe considerarse la individualidad del caso.

6. Resistencia al cambio

La resistencia al cambio puede ser más o menos consciente. Por ejemplo, el tutor no quiere salir del círculo en el que ya se encuentra con su mascota, aún siendo negativo, o anticipa consecuencias pesimistas tras el cambio, se siente desconfiado o no entiende ni proyecta los efectos de las medidas sugeridas.

7. El entorno favorece que el problema se mantenga

Determinados entornos o comportamientos perjudican la recuperación del paciente. Por ejemplo, un perro que ladra dentro de casa por ruidos externos, pero nadie le ayuda a bloquear el espacio, disminuir los estresores ambientales y hasta fomentar la conducta por medio de castigos, regaños, no mejorará hasta que ese tutor entienda la necesidad urgente de un cambio, que sólo empezará por el/ella.

8. Existen otros problemas que dificultan la recuperación

Puede ser que exista un mal diagnóstico por parte del profesional debido a que existen problemas más profundos a los que el paciente muestra. 

Por ello la importancia de siempre descartar enfermedades físicas, hoy por hoy muy comunes y en comorbilidad con los Trastornos Conductuales que vemos a diario.

9. Creencias erróneas del paciente sobre la Terapia Etológica. 

Existen muchas creencias erróneas que pueden entorpecer el proceso de la terapia

Por ejemplo, tener pocas expectativas de éxito o expectativas demasiado altas sobre la terapia, creer que los resultados se darán rápidamente, pensar que con sólo unas "órdenes" se acabará el problema o que la mejoría sólo depende del profesional. 

Las personas, en ocasiones, tienen una visión equivocada de las posibilidades de actuación del Etólogo Clínico, confundiéndolo con un entrenador o con un asesor psicológico.

El objetivo en la terapia es que mediante la asesoría del profesional, el paciente (y por consiguiente, el tutor), pueda recuperar su autonomía a corto, mediano o largo plazo, y que tenga los conocimientos, medios y habilidades necesarias para mejorar su bienestar físico y mental, pudiendo así resolver los desafíos del día a día.

10. Mala relación profesional-tutor

Es muy importante que haya una buena relación de comunicación y entendimiento entre el tutor y el terapeuta, donde se produzca una buena alianza terapéutica. De lo contrario, no se producirán los beneficios esperados. 

La causa de esto puede ser la falta de entendimiento entre ambos, la actitud del terapeuta o del tutor o, simplemente, que no se produce una relación de confianza por diversas creencias, motivos o expectativas. 

En la práctica, muchas veces nos enfrentamos a dos problemas muy arraigados: por una parte, tutores muy ansiosos y expectantes de mejoría y respuestas rápidas; tanto así, que debilitan el vínculo y por otro lado, aquellos que buscan segundas, terceras y hasta cuartas opiniones incluso trabajando todas en paralelo con el mismo paciente; con lo cual es difícil que este pueda avanzar debido a la azarosa discrepancia que se puede presentar entre diversas metodologías profesionales y con lo cual no se producirá avance alguno. 

Entonces...

Un llamado a la elección consciente del profesional en el que confiarás a tu perro o gato, teniendo ya en cuenta la responsabilidad que implica una Terapia Etológica. 

Esto, para no interrumpir, abandonar o interferir de manera innecesaria en procesos que a veces van siguiendo su curso natural y exitoso, pero que por malos entendidos o creencias arraigadas puede verse dañado, siempre en desmedro del paciente. 



Dra. Soledad Torres Alvarado
Médico Veterinario
Máster en Etología Clínica y Psicofarmacología
CONCIENCIA Etología Clínica