SÓLO SE LE TEME A LO QUE NO SE CONOCE: HABLEMOS DE PSICOFÁRMACOS

01.06.2024


En la práctica veterinaria, y sobretodo en Etología Clínica, el uso de psicofármacos ha aumentado considerablemente en los últimos años, reflejando un reconocimiento creciente de la importancia de la salud emocional y conductual en nuestros pacientes perros y gatos. 

Sin embargo, este aumento en el uso de medicamentos de este tipo, también ha venido acompañado de una preocupante tendencia: la emisión de opiniones azarosas por parte de algunos colegas veterinarios, sin una adecuada comprensión de los efectos y riesgos asociados, pero también la importancia de respetar las indicaciones previamente entregadas por el beneficio que entregan estos fármacos.


Necesitamos de un razonamiento clínico sólido

El uso de psicofármacos en medicina veterinaria requiere de un razonamiento clínico profundo y bien fundamentado. Cada paciente es único y sus necesidades pueden variar significativamente. Es esencial que los médicos veterinarios realicen diagnósticos precisos y personalizados, basándose en una evaluación exhaustiva de la historia clínica, los signos y las circunstancias individuales de cada animal.


Es riesgoso y poco formal emitir opiniones azarosas

Emitir recomendaciones basadas en suposiciones o información incompleta, teniendo en cuenta la exigua formación que tenemos como médicos veterinarios generalistas, puede tener consecuencias graves. Por ejemplo, suspender un medicamento como la fluoxetina sin una certeza diagnóstica clara puede resultar en un empeoramiento de la condición del paciente y de su bienestar, pudiendo incluso empeorar patologías físicas que dependen del grado de estrés que experimenta ese animal. 

Los psicofármacos, como cualquier otro medicamento, tienen efectos secundarios que deben ser gestionados cuidadosamente gracias al conocimiento que tenga el profesional, pero no simplemente ser evitados mediante la retirada del fármaco, lo que significa simplemente evitar enfrentar el problema con conocimiento y dedicación. 


Es importante no sólo trabajar, sino también formarse y especializarse 

Es fundamental que los médicos veterinarios se mantengan actualizados con las últimas investigaciones y desarrollos en el campo de la psicofarmacología veterinaria. Esto incluye no solo conocer los nombres de los medicamentos, sino también estar al tanto de las mejores prácticas para su uso seguro y eficaz, teniendo en cuenta que los pacientes de hoy presentan comorbilidades y que deben actuar bajo la premisa de adaptarse a los tratamientos previos que ya trae ese paciente. Los veterinarios que no se especializan en conducta o neurología deben ser especialmente cuidadosos y considerar derivar casos complejos a colegas con más experiencia en estas áreas, ya que no hacerlo constituye un acto de impericia y probable negligencia. 


Es urgente reflexionar sobre las prácticas poco éticas

Como profesionales, es crucial reflexionar sobre nuestras prácticas y reconocer los límites de nuestro conocimiento. Consultar con especialistas cuando sea necesario y basar nuestras decisiones en evidencia sólida no solo mejora los resultados para nuestros pacientes, sino que también fortalece la confianza de los tutores en nuestra capacidad para cuidar de sus animales. La discrepancia de criterios no es beneficiosa para nuestra profesión; los tutores necesitan respuestas fundamentadas por profesionales consolidados, no simples opiniones que podrían obtener de cualquier persona sin formación especializada.

Para concluir, el uso de psicofármacos en medicina veterinaria es una herramienta valiosa que debe manejarse con un alto grado de responsabilidad y competencia. Abandonar la práctica de emitir opiniones sin fundamentos y adoptar un enfoque basado en un razonamiento clínico riguroso es un llamado imperativo y urgente para garantizar el bienestar de nuestros pacientes y el éxito de nuestros tratamientos, si es que queremos pacientes y tutores altamente satisfechos.